El paisaje rural de Yarabamba encabeza un valle agrícola del que también forman parte los pueblos de Quequeña y Sogay: los campos de cultivo se entrecruzan con sus macizos construidos y con una serie de casas dispersas, muchas de ellas, coloniales y republicanas, en las que su arquitectura ofrece lecciones de pertinencia constructiva. En este contexto, el proyecto responde al encargo de construir una casa de campo en un predio ubicado a los pies de una ladera extensa y horizontal que delimita los terrenos agrícolas.
La casa se organiza a partir de la disposición de umbrales que, en diferentes escalas y situaciones, actúan como dispositivos de cobijo ante un clima complejo y exigente: lluvias, vientos, radiación y frío. Individualmente, los umbrales se resuelven como un intervalo espacial y temporal que protege diagonalmente otorgando privacidad; colectivamente, se alinean bajo una geometría que los entrecruza con el recorrido y su velocidad para construir un paisaje que resalta las diferencias entre lo iluminado y lo sombreado.
El trabajo proyectual con el sillar –piedra volcánica arequipeña de eficientes propiedades térmicas, acústicas y estructurales– está determinado por la extracción y seccionamiento de los bloques en las canteras, acciones que rigen los procedimientos constructivos y definen el poder significante de las envolventes de la casa. El seccionamiento mecanizado permite recortar grandes bloques extraídos y labrados manualmente, impregnando este proceso economizador a la naturaleza de los bloques: cada uno con un canto liso y otro agreste (rústico), condición transferida a las aristas de las envolventes que explicitan su contraste con el movimiento de la luz solar.
Se recurre a una técnica constructiva que combina muros de sillar con pórticos intercalados de hormigón armado que los confinan. Este trabajo sinérgico aprovecha las propiedades de la materia con fines específicos: la solidez de las mamposterías de sillar, trabadas en los umbrales, alivian la demanda estructural en columnas y vigas de hormigón armado para permitirles, con secciones reducidas, cubrir mayores luces y alturas que las técnicas tradicionales les restringen a los mampuestos, y, como parte del ensayo proyectual específico, desplazar la cubierta del límite permitiendo el ensamblaje de lucernarios corridos.
El arraigo simbólico del lugar demanda ciertas continuidades semióticas que se transfieren al proyecto para perpetrar patrones instalados en la memoria colectiva, pero transformándolos intrínsecamente como respuestas eficaces a los propósitos trazados en diferentes escalas del proyecto. Las casas del valle consolidan un arquetipo de una sola crujía con mampuestos de sillar y cubiertas ligeras a una y dos aguas. El proyecto interpreta este arquetipo multiplicándolo en diferentes pabellones de una sola crujía con cubiertas de hormigón armado a una sola agua, controlando las escalas de los vínculos entre el interior y el exterior. El delineamiento de las cubiertas se resuelve para jerarquizar dimensionalmente el salón y el dormitorio principal; y, para construir un paisaje variable al interior y sintético al exterior.
Autores:
José Muñoz Calderón
Jorge Llerena Cruz
J. Judah Colque Amézquita
Dirección de obra:
Muñoz Estudio de Arquitectura
Fotografías:
José Muñoz Calderón
Ilustraciones y dibujos:
José Muñoz Calderón
Jorge Llerena Cruz
J. Judah Colque Amézquita
Geraldinne Carpio Miranda
Bridget Pajuelo Gonzales
Maquetas:
Geraldinne Carpio Miranda
Renders:
Carlos Huaynasi Calcina
Área del terreno:
2 100.00 m2
Área construida:
599.30 m2
Ubicación:
Yarabamba, Arequipa
Fecha:
Agosto 2020 – en construcción